El barroco es un término que se aplica a todas las artes, especialmente del periodo entre 1600 y 1750. Barroco es sinónimo de ornamentación y elaboración técnica casi excesivas: iglesias, edificios, pinturas, poemas, composiciones musicales, tratados científicos, todos de grandes dimensiones, de mezclas y combinaciones que nos dejan maravillados, impresionados y deleitados por su imponencia.

El estilo barroco explora a través del arte las tensiones que existen entre la realidad y la imagen, entre el ser y el parecer. La Iglesia empleó estas creaciones maravillosas para persuadir al espectador de la grandeza de Dios, y así el arte dejó de ser un objeto sólo para las minorías para convertirse en un arte de masas así como una herramienta de adoctrinamiento en el caso de la Colonia. En los pueblos y reducciones indígenas de la Nueva Granada, la iglesia—en especial los misioneros jesuitas—enseñaban música a los indígenas y organizaron orquestas de vientos llamadas chirimías que participaban de los actos religiosos de la ciudad.

El barroco fue un período de cambio y transformación producido por conflictos religiosos, guerras e investigación científica, tanto en Europa como en la Nueva Granada; las obras artísticas y musicales del periodo, en su complejidad y exuberancia, reflejan los cambios profundos en la sociedad. 

Hoy podemos encontrar trazos del barroco por toda la ciudad: La famosa “Lechuga” y la Iglesia de Santa Clara en Bogotá son dos ejemplos importantes del barroco Neogranadino de gran complejidad y elaboración. Los géneros y formas del barroco, como las fugas, los conciertos y los oratorios son igualmente elaborados y sorprendentes. 

En el barroco tardío (de 1685 a 1750 aproximadamente) encontramos la consolidación de la técnica musical en un lenguaje armónico y formal común, ejemplificado en las obras de Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel , entre otros.