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Historia de la orquesta / Unidad 1: El Barroco y el Clasicismo / Géneros y formas

Recitativo y aria

La ópera del barroco se caracterizó por combinar el teatro, la poesía, empleando historias tomadas de la mitología y la historia antiguas, con la música y especialmente el canto expresivo y virtuoso.

Uno de los mayores logros del barroco en términos musicales fue desarrollar dos técnicas complementarias de cantar para mantener la unidad y variedad de la trama y las emociones: el , que se utilizaba sobre todo para los diálogos y para adelantar la trama de la ópera, y las , que son canciones muy expresivas para solista o dúo que se utilizaron para mostrar los sentimientos de amor, odio, locura, venganza, etc de los personajes.

Podríamos decir que el recitativo es como “hablar cantando,” o “cantar hablando.” El recitativo fue inventado por compositores como Claudio Monteverdi, que buscaban una forma de imitar el lenguaje hablado con la música. Por eso, el recitativo tiene un ritmo y un contorno melódico libre que se parece a la manera en la que hablamos cuando estamos emocionados: la melodía sube y baja al hacer preguntas, al gritar, llorar, etc. Por esta razón, el recitativo no tiene una forma definida y no utiliza recursos poéticos como la repetición de frases o palabras.

El recitativo tenía un acompañamiento muy sencillo conformado por un grupo de instrumentos llamado bajo continuo o simplemente continuo, usualmente chelo y clave, que sirve de “telón” armónico para el cantante, dándole mayor libertad al cantante para variar el ritmo y el tempo y así hacerlo más expresivo. En los momentos más importantes, toda la orquesta servía de acompañamiento; en este caso hablamos de recitativo acompañado, en contraste con el recitativo seco en el que sólo participa el continuo.

Pero el centro de atención en la ópera eran siempre las arias, las canciones emotivas, elaboradas y cautivadoras en donde la acción dramática se detiene alrededor del solista y sus emociones. En el aria, tanto la parte vocal como el acompañamiento son más elaborados y más melódicos que en el recitativo. En contraste con el recitativo, el texto de las arias es más poético y utiliza más repeticiones. Las arias, como el Lamento de Dido de Henry Purcell, se convirtieron en piezas “independientes” que podían intercambiarse entre diferentes óperas (porque eran las de moda, asociadas con un divo o diva famosos, o para acortar las obras).

En la Nueva Granada, e incluso hoy en Colombia, era más común escuchar recitales de selecciones de óperas de moda en Europa, interpretadas por cantantes españolas como La Cebollino y La Jerezana, que óperas completas cuyos costos de producción excedían las capacidades (y quizás el interés) del público local.

Las arias del barroco utilizan una forma estándar conocida como forma da capo, una forma ternaria simple A B A. “Da capo” es una indicación en italiano que significa «desde la cabeza» o «desde arriba», es decir, después de la parte B, la parte A se repite con la misma letra y la misma música, pero con mucha más ornamentación y elaboración por parte del solista; por ese motivo, la repetición de A solía ser el foco de atención de la audiencia.

ABA
Música y texto inicialesMúsica y texto contrastanteMúsica con ornamentación improvisada sobre el mismo texto
Exuberante y vivoIntrospectivo y oscuroMás vivo y climático

Gracias a este esquema sencillo, las arias eran el medio perfecto para expresar las emociones de los personajes. Mientras que la parte A tiende a ser más ornamentada y exuberante, la parte B es más introspectiva y reflexiva, y a su vez sirve de preparación para la repetición con ornamentación improvisada de A.

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