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Historia de la orquesta / Unidad 4: Desde 1967 / Contexto histórico y social

Los movimientos por los derechos civiles, el folclorismo y el multiculturalismo

Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta se produjeron una serie de movimientos, protestas pacíficas y desobediencia civil en los Estados Unidos que exigían al gobierno que se reconociera los mismos derechos civiles para todos los afroamericanos, especialmente en el sur del país. 

Desde la Guerra Civil y la abolición de la esclavitud en 1860 se comenzaron a extender los derechos para los afroamericanos. Sin embargo, pronto se crearon una serie de leyes racistas—conocidas como reglas Jim Crow—que negaron los derechos de los negros y establecieron prácticas de segregación entre blancos y negros, mientras que se permitía la discriminación y la violencia por parte de los blancos hacia los negros.

Gracias al trabajo de organizaciones y líderes sociales como Martin Luther King Jr. y Malcom X, entre muchos otros, las leyes Jim Crow se abolieron, se reconocieron de nuevo los derechos civiles de los afroamericanos y la violencia racial comenzó a ser criminalizada.

Al mismo tiempo, estos movimientos contribuyeron a cambiar la percepción que se tenía de los afrodescendientes en todo el mundo, incluso la que muchos afrodescendientes tenían sobre si mismos, y se lanzaron una serie de movimientos culturales y nacionalistas en otros países donde los afrodescendientes continuaban siendo oprimidos.

En Colombia, por fortuna, nunca existieron leyes de este tipo, y desde que se abolió la esclavitud en 1851 la raza no fue un criterio para definir los derechos civiles como el voto o la posibilidad de ser elegidos para cargos públicos, que dependía—según el gobierno de turno—en el género, la propiedad, la edad, y la afiliación política.

Esto no significa que en Colombia no existiera el racismo. Aunque en principio a los afrocolombianos se les reconocían los mismos derechos y privilegios, en la práctica se continuó con la discriminación explícita e implícita, lo cual ha limitado el acceso de los afrocolombianos a las posiciones influyentes en los ámbitos sociales y culturales. Como hemos visto, la idea de mestizaje sirvió durante mucho tiempo para negar que existieran diferencias de raza entre los colombianos a la vez que preservaba los privilegios de los mestizos que más se acercaban a la raza blanca y que habían optado por identificarse más con Europa que con las culturas indígenas y afrodescendientes de Latinoamérica. 

Es más, la idea de mestizaje ocultaba la existencia de culturas afrodescendientes que habían desarrollado sus propias tradiciones incorporando religiones, músicas y prácticas culturales africanas y caribeñas por encima de las europeas. Sin embargo, por razones como los prejuicios y la posición privilegiada que Bogotá tenía sobre la identidad cultural del país, la idea dominante de lo que era ser colombiano no incluyó, durante la mayor parte del siglo 20, las músicas, tradiciones, y costumbres de los pueblos afrodescendientes que conforman al menos el 20% de la población.

Como hemos visto en el caso de la música tropical, cuando la música de la costa atlántica comenzó a ser comercializada en el interior, lo hizo a través de hoteles y clubes sociales en los que se presentaban las orquestas de Lucho Bermúdez y Pacho Galán que seguían el modelo de las orquestas de jazz estadounidenses y a través de grabaciones con fines principalmente comerciales, mientras que los otros géneros seguían viéndose como folclóricos y menos cultos—cuando no ruidosos y vulgares—que las músicas del interior.

Durante los años sesenta y setenta, intelectuales de la costa como Manuel Zapata Olivella y Gabriel García Márquez comenzaron a escribir ensayos en la prensa nacional en donde cuestionaban los prejuicios que existían en el país alrededor de los pueblos afrodescendientes. Zapata Olivella hizo entrevistas y grabaciones con músicos y escritores para recuperar y preservar las culturas que habían sido poco representadas hasta entonces.

En 1991, como parte del acuerdo de paz con el M-19, se convocó una Asamblea Nacional Constituyente que reemplazó la antigua constitución, que databa de 1886, por una que se ajustar a la realidad del país. Como parte de las modificaciones, la nueva constitución declaró a Colombia como una nación pluriétnica y multicultural—compuesta de muchas etnias y muchas culturas—entre ellas indígenas y las afrocolombianas que han sido marginalizadas históricamente. La nueva constitución declaró entonces que las tradiciones y territorios de estas comunidades marginadas debían ser protegidas y que se deberían promover las condiciones para que la igualdad fuera real y efectiva. 

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