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Historia de la orquesta / Unidad 2: El Romanticismo / Contexto histórico y social

Señoritas, profesoras y gestoras: las mujeres en la música II

Aunque el siglo 19 estuvo marcado por los ideales progresistas del movimiento de Independencia y el liberalismo, inspirados por la Ilustración y el Romanticismo, el papel de las mujeres en la sociedad permaneció muy restringido. En Colombia, la segunda mitad del siglo 19 fue un periodo de importantes transformaciones en la idea de feminidad. Durante este periodo se estableció la idea de que la familia era la base de la sociedad donde la mujer, la “reina del hogar”, debía ser dócil y obediente. Hacia finales del siglo 19 se comenzó a sugerir que las mujeres podían ejercer oficios por fuera del hogar, como empleadas en oficinas telegráficas o vendedoras. Esto hizo que las mujeres comenzaran a hacerse también visibles por fuera del hogar e incluso llegar a contribuir al patrimonio doméstico.

Ya desde el siglo 18 era común entre las clases altas, tanto en Europa como en Colombia, que las mujeres aprendieran canto y piano (como parte de la “educación práctica” que incluía costura, culinaria, pintura) puesto que estas cualidades artísticas las hacían más deseables como esposas por su buen gusto, cultura y distinción. En Colombia a finales del siglo 19, las mujeres recibían educación primaria, pero la educación secundaria y las universidades seguían siendo exclusivamente para los hombres. Cuando podían ingresar a los pocos colegios que admitían mujeres, su educación se enfocaba en las labores domésticas, como la costura y el bordado. 

Las más adineradas podían ingresar a institutos para “señoritas” o podían recibir lecciones privadas de canto, piano o guitarra de los músicos activos en las ciudades y cada vez más de otras mujeres. La enseñanza musical fue quizás uno de los campos en los que más se desempeñaron las mujeres durante el siglo 19 aunque en esta labor tuvieron poca visibilidad. De hecho, la enseñanza se convirtió en una de las primeras oportunidades para las mujeres de adquirir independencia económica, especialmente con la creación de las primeras escuelas normales a partir de 1870. 

El propósito de esta educación musical era principalmente el hogar, para amenizar las veladas y tertulias, en donde se esperaba que las “señoritas” exhibieran sus talentos ante los con tertulios masculinos. Sólo en raras ocasiones se convertían en intérpretes de renombre y aunque también eran compositoras, muy raramente se les reconocía, ya que los géneros a los que se dedicaban no eran considerados de gran valor artístico sino sólo música doméstica. 

La música doméstica consistía principalmente en miniaturas para piano y danzas como la polka y el vals, un repertorio simple y sentimental que refuerza el imaginario de que las mujeres deben ser sensibles y puras y que su labor debe estar orientada exclusivamente a la educación de los niños y al entretenimiento. De esta manera, la participación femenina en la vida musical permanecía limitada al hogar, a la vez que se reforzaba la estigmatización de las mujeres que no se adaptaban a dicho imaginario y buscaban ocupar otros espacios, puesto que los demás géneros musicales e instrumentos solían estar asociados con el alcohol y la bohemia.

Otro de los roles fundamentales de las mujeres, como ya ocurría durante el siglo 18, era la gestión cultural, es decir, la tarea de promover eventos sociales como banquetes, conciertos y óperas. Con la creación de las sociedades musicales se ampliaron los espacios en los que las mujeres podían ejercer sus talentos musicales, aunque todavía no de manera profesional. La Sociedad Filarmónica de Bogotá, por ejemplo, contaba con una orquesta exclusivamente masculina pero también con un grupo cantantes femeninas y cinco pianistas mujeres que también actuaban como solistas, ejecutando variaciones, cuadrillas y valses, a veces incluso a 8 o 16 manos.

En 1887 la Academia Nacional de Música de Bogotá abrió una “sección de señoritas” que funcionaba de manera paralela a la sección masculina que también ofrecía diplomas profesionales y contribuyó a transformar la percepción del rol de las mujeres como intérpretes de miniaturas y obras para aficionados; aunque su escenario principal seguían siendo las tertulias musicales, el nivel musical era mucho más avanzado y era común escuchar obras de Beethoven y Frédéric Chopin ejecutadas sin ninguna dificultad.

Debido a todas estas transformaciones se hizo posible que algunas mujeres, especialmente en Europa, obtuvieran reconocimiento como compositoras por derecho propio. , por ejemplo, era una virtuosa del piano, muy reconocida como solista y profesora de piano en toda Europa; sin embargo, su carrera como compositora se vio opacada por la de su esposo , cuyas depresiones frecuentes dejaron a Clara a cargo de la familia, incluso después de la muerte del compositor. 

La primera mujer en Colombia en ser reconocida como compositora y virtuosa fue quizás , quien estrenó en 1883 su primera zarzuela, Similia similibus, a los 17 años. Tanco pertenecía a una establecida familia de músicos de Bogotá y creció entre tertulias y veladas musicales; compuso su primera obra a los trece años y se presentó como solista a los dieciséis interpretando el Rondó caprichoso para piano de Félix Mendelssohn. Después de estudiar en el Conservatorio de París, Tanco regresó a Bogotá en donde formó parte importante de la escena musical como compositora, pianista y profesora.

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