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Historia de la orquesta / Unidad 3: El siglo 20 / La orquesta en el siglo 20

La orquesta expresionista

Al igual que los impresionistas, los expresionistas también respondieron al Romanticismo, que consideraban agotado, pero mientras los impresionistas se inspiraron en los cambios de luz, los reflejos, y otros elementos visuales del mundo exterior, los expresionistas se adentraron en las profundidades de la mente para explorar los miedos, los deseos, y las tensiones del inconsciente. 

Los compositores de la Segunda Escuela de Viena, , Alban Berg, y Anton Webern se alejaron de las composiciones grandiosas hacia formas y ensambles más pequeños. Los expresionistas privilegiaron la orquesta de cámara y las agrupaciones conformadas por uno o dos representantes de cada sección, por encima de la orquesta sinfónica romántica. Por ejemplo, el Pierrot Lunaire de Schoenberg emplea flauta, clarinete alto y bajo, violin, viola,  cello, piano y voz soprano, quien emplea un estilo inventado por Schoenberg entre cantado y recitado, llamado Sprechstimme (voz hablada). La Historia del Soldado de  está escrita para un ensamble similar, compuesto por clarinete, fagot, violin, contrabajo, percusión, y narrador.

Los expresionistas, como los impresionistas, también se enfocaron principalmente en el . Los compositores de la Segunda Escuela de Viena desarrollaron una técnica de conocida como “” en la que las melodías se distribuyen nota por nota entre los diferentes instrumentos de la orquesta.

En el tercer movimiento de sus Cinco Piezas para Orquesta, titulado “Colores (mañana de verano en el lago), Schoenberg desarrolló el concepto de melodía de timbres” (en alemán, klangfarbemelodie) para representar los cambios de luz sobre el agua de un lago. En esta pieza, Schoenberg emplea un sólo acorde de cinco notas que se distribuye por todas las secciones de la orquesta, empleando todos los recursos tradicionales y muchas  de cada instrumento. En la partitura hay instrucciones para que los instrumentistas eviten las entradas acentuadas y así combinen el sonido de sus instrumentos con los otros, de manera que la audiencia pueda apreciar los cambios de timbre. 

El mayor exponente del puntillismo orquestal es Webern, quien escribía obras sumamente cortas con sonoridades parcas y restringidas; aunque escribió pocas obras, fue el compositor expresionista de mayor influencia en el modernismo de posguerra.

En las obras de Webern, como en su Sinfonía, la melodía se fragmenta completamente entre los instrumentos: Webern no escribe más de dos o tres notas seguidas para cada uno; tampoco hay secciones en tutti y casi nunca hay combinaciones de más de dos instrumentos, que además nunca tocan en unísono. De todas estas decisiones, quizás la más sorprendente e innovadora es el uso del silencio calculado, que nos invita a apreciar el silencio como un recurso musical, casi un timbre, con efectos tan expresivos como los demás sonidos.

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