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Historia de la orquesta / Unidad 3: El siglo 20 / Contexto histórico y social

Ocupando nuevos espacios: las mujeres en la música III

La industrialización de finales del siglo 19 en Europa y Estados Unidos hizo posible y necesario que las mujeres se incorporaran a la fuerza laboral y por consiguiente que se transformaran algunos de los ideales y estereotipos acerca de su rol en la sociedad durante la primera mitad del siglo 20. Aunque aun se mantenía la idea de la mujer como “la reina del hogar”, encargada del cuidado de los niños, la higiene de la casa y la atención al marido en los espacios sociales, las mujeres solteras ocuparon un lugar predominante como fuerza laboral obrera, llegando a sobrepasar a los hombres en muchas ciudades a pesar de recibir salarios menores. De hecho, la industria de textiles en Antioquia era mayoritariamente femenina, y en algunas instituciones se comenzó a enseñar mecanografía, taquigrafía y contabilidad. En el caso de las élites urbanas, las mujeres también hacían obras de beneficencia, continuando su labor educativa con las clases obreras que emergieron como grupo social en los centros industrializados.

En Estados Unidos y Europa se produjo una revolución en la definición de feminidad como resultado de varios movimientos ocurridos entre 1890 y 1920 en donde las mujeres cambiaron los códigos de vestir, y exigieron el derecho al voto y a ingresar a la fuerza laboral. En 1912 un grupo de mujeres que pedían el derecho al voto protagonizaron una protesta en el centro de Londres y más de 100 mujeres fueron encarceladas; el himno de esta protesta, “la marcha de las mujeres” fue una canción escrita por una mujer que hacía parte del movimiento, Ethel Smyth.

Luego, durante las guerras en Europa y Estados Unidos, las mujeres de todas las clases tuvieron que reemplazar a los hombres en la industria y otras ocupaciones de todo tipo y tuvieron que convertirse en jefe de hogar. Como consecuencia, se produjo una transformación en el tipo de comportamientos, formas de vestir, y expectativas que se tenían de las mujeres, alejándose del ideal de modestia y pudor que caracterizaba las sociedades del siglo 19. En 1934 se permitió a los colegios en Colombia dar el título de bachillerato a las mujeres, lo que les permitió entrar a la universidad y para 1950 la mayoría de las mujeres que ingresaban a la universidad estudiaban carreras como Medicina, Derecho, Arquitectura o Filosofía. Con estos cambios también se expandieron sus derechos políticos: 1945 recibieron la ciudadanía, en 1957 ejercieron el voto por primera vez y desde 1958 comenzaron a ser elegidas para cargos públicos.

Así, las mujeres de todas las clases pudieron ocupar nuevos espacios sociales que antes estaban reservados para los hombres, como el teatro y los clubes sociales. Aun más importante, se comenzó a reconocer el rol que habían desempeñado en la literatura, las artes y la música desde el siglo 19.  

Durante la primera mitad del siglo en Colombia, las mujeres adquirieron mayor visibilidad en la música como profesoras y especialmente como cantantes y bailarinas en la música popular. En este sentido se dio un vertiginoso ascenso de la mujer en la escena, pues a medida que se relajaban los prejuicios y se volvía más común que las mujeres ocuparan diferentes espacios sociales. 

Así, la percepción que se tenía sobre las actrices, bailarinas y cantantes comenzó a mejorar y así las posibilidades que tenían las mujeres de ejercer la música como opción profesional, aunque esta percepción permaneció dividida en términos de clase: las clases altas y medias asociaban los espacios de la música popular con la prostitución y el alcohol, y por lo tanto estas profesiones continuaron siendo estigmatizadas a pesar de ser más toleradas.

Por otro lado, la educación musical se había expandido por todo el país y tanto el Conservatorio Nacional en Bogotá como el Conservatorio Antonio María Valencia de Cali recibían hombres y mujeres, pero mientras los hombres se educaban como músicos profesionales y compositores (los más afortunados lo hacían en París), la educación de las mujeres continuaba orientada hacia la interpretación del repertorio de la música doméstica. 

Este repertorio, conformado en su mayoría por , valses, reducciones para piano de operas y obras sinfónicas y música colombiana andina como bambucos y pasillos, que aparecían en las separatas culturales de los periódicos, era considerado inferior artística y técnicamente, especialmente en comparación con el repertorio sinfónico ejecutado por los hombres, a pesar de su papel central en la vida social. Por esta razón, aunque también había mujeres dedicadas a la composición cuyas obras fueron publicadas en periódicos como Mundo al Día, lo común era que se autocensuraran empleando sólo el apellido y las iniciales de su nombre para adaptarse a las regulaciones sobre el lugar de las mujeres en los espacios públicos.

En Europa y Estados Unidos se comenzaron a formar orquestas sinfónicas y de jazz conformadas sólo por mujeres. Algunas compositoras alcanzaron gran notoriedad internacional, como la estadounidense Ruth Crawford Seeger, quien adoptó el serialismo y realizó colecciones de música folclórica norteamericana con Alan Lomax. 

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