Introducción
Historia de la orquesta / Unidad 4: Desde 1967 / Espacios para la música
Programas universitarios
Como hemos visto a lo largo de este curso, durante la mayor parte de la historia, la educación musical ha estado a cargo de instituciones como la iglesia y los conservatorios. Durante el barroco y el periodo colonial, una persona podía recibir educación musical básica en las iglesias o como aprendiz de compositores establecidos.
Hacia el siglo 19, los músicos comenzaron a ofrecer lecciones privadas de música a aquellos que podían pagarlas. Con la creación de academias profesionales como la Academia Nacional de Música en Colombia, fundada en 1882, esta educación se formalizó de tal manera que era posible recibir diplomas en música con reconocimiento del Estado.
El acceso a esta institución, sin embargo, era privilegio de unos pocos afortunados que contaban con el dinero o las conexiones necesarias para ser admitidos. Incluso a pesar de que el gobierno otorgaba becas a los integrantes de bandas, era necesario tener cartas de recomendación para obtenerlas, como ocurrió con el compositor Luis A. Calvo: sólo tras muchos años de dificultades económicas y después de demostrar su talento como compositor en la banda militar fue admitido a la Academia.
El acceso a la educación profesional se expandió con la creación de conservatorios en todas las ciudades del país. A partir de 1936, los conservatorios se integraron a los departamentos de bellas artes de las universidades locales. Así, la posibilidad de recibir educación musical profesional se puso al alcance de una gran mayoría de gente.
En la práctica, sin embargo, el Conservatorio de Bogotá continuó siendo la institución más prestigiosa del país y la única que otorgaba grados con reconocimiento universitario hasta finales de los años 80. Esta situación cambió con la creación de las carreras de música en la Universidad de los Andes (1990) y la Pontificia Universidad Javeriana (1991).
Estos programas universitarios se establecieron siguiendo los modelos educativos de las universidades de Estados Unidos, que desde la década de los 50 habían reemplazado los conservatorios por programas universitarios con patrocinio del gobierno, cuando el país comenzaba a reemplazar a Europa cultural y políticamente.
Estos programas universitarios comenzaron en la Universidad de Princeton, gracias al compositor Milton Babbitt, quien presentó en 1946 una tesis de doctorado con un nuevo sistema para analizar y componer en el sistema dodecafónico, pero no pudo recibir su grado porque la universidad no tenía jurados que pudieran leerla, ni un grado de doctor en música. Sin embargo, la universidad contrató a Babbitt, quien se encargó de abrir el primer programa de doctorado en música en el mundo.
En estos departamentos de música no solo se dan clases de instrumento sino también de teoría, análisis, historia, y composición, y usualmente se enfocan hacia la investigación y el desarrollo de nuevas prácticas, a diferencia de los Conservatorios.
Estos programas han tenido una gran influencia en la música clásica. Princeton fue uno de los centros de investigación en los que se desarrolló el modernismo de posguerra después de Darmstadt. Las Universidades de Princeton y Columbia recibieron patrocinio del gobierno norteamericano para crear el primer estudio de música electrónica. En Europa, los programas universitarios continuaron con el modelo de Conservatorio, pero se crearon instituciones estatales como el IRCAM en Francia en donde se desarrolló gran parte de la tecnología empleada en la música electroacústica contemporánea.
Durante la década de los 70s, y como respuesta al modernismo de posguerra, algunos compositores como George Rochberg y George Crumb, de la Universidad de Pennsylvania, adoptaron las críticas a la idea del progreso del modernismo, y desarrollaron un estilo “posmoderno” basado en el .
La creación de programas enfocados en estudiar la historia de la música y la musicología también han servido para redescubrir la música antigua, como es el caso del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional de Colombia, fundado en 1978 y la Fundación DE MVSICA (1992). En estas instituciones, investigadores como Ellie Anne Duque, Egberto Bermúdez y Susana Friedmann se han dedicado a recopilar la historia de la música en Colombia que hemos estudiado aquí y a educar nuevas generaciones de investigadores.
Al alejarse del modelo del Conservatorio, los programas universitarios han permitido a los músicos estudiar a fondo diversos tipos de música académica, tradicional, y popular. Gracias a estos conocimientos se han desarrollado nuevos tipos de fusiones que han renovado la música sinfónica y el proyecto de los compositores latinoamericanos de desarrollar estilos que combinen la música de cada país y la música sinfónica del repertorio europeo.
Siguiendo el ejemplo de los programas universitarios en Bogotá creados hacia los años 90, otras universidades del país comenzaron a ofrecer programas similares, extendiendo el acceso a la educación musical profesional de gran calidad como nunca antes.