Más que un movimiento unificado, el primitivismo es una tendencia que surgió en reacción a la idea de progreso que había dominado el siglo 19. Para muchos artistas europeos, la sociedad burguesa a comienzos del siglo 20 se encontraba en un estado de decadencia; para ellos, la tarea del arte era despertar la sociedad de su sueño complaciente.

Ya que esta decadencia era el producto de una sociedad que sólo se había preocupado de si misma y su futuro, algunos artistas, como Henri Rousseau, Paul Gaugin y Pablo Picasso buscaban regresar a un estado de naturaleza más puro, que no estuviera contaminado por la civilización. Los artistas se inspiraron en culturas indígenas y africanas así como en restos de culturas prehistóricas, no tanto con el objetivo de estudiarlas y aprender de ellas sino para producir un shock en la cultura europea.

En la música, compositores como Igor Stravinsky y Carlos Chávez también se interesaron por los recursos musicales que podían encontrar en otras culturas—Rusia en el caso de Stravinsky, México y las culturas prehispánicas en el caso de Chávez—que los llevó a explorar nuevos instrumentos, orquestas expandidas, y nuevas formas de entender la armonía como

• escalas pentatónicas (escalas de cinco notas que evocaban la música asiática e indígena
• las armonías bitonales (dos centros tonales superpuestos) 
• politonales (varios centros tonales superpuestos o yuxtapuestos) 

Mediante estas sonoridades los compositores querían evocar un pasado primitivo tanto en Rusia como en México, no tanto con la intención de recuperar prácticas musicales originarias, sino más bien evocar subjetivamente ese pasado. Así, a diferencia del nacionalismo o el indigenismo, el primitivismo era un movimiento puramente europeo, definido por su oposición a la tradición europea con la que intentaba romper incluso si al hacerlo se imponían los prejuicios que tenían los europeos sobre los otros pueblos de América y Asia.

Otro de los recursos del primitivismo son las métricas inusuales o irregulares. Hasta comienzos del siglo 20, casi nadie había compuesto obras sinfónicas en métricas diferentes a las métricas regulares, es decir, binarias (2/4; 4/4, etc.) y ternarias (3/4; 9/8 etc.), a pesar las músicas tradicionales de muchas culturas emplean métricas irregulares. Por ejemplo, inspirado por la música del folclor ruso, Stravinsky empleó métricas irregulares como 5/8 y secciones en donde hay cambios de métrica cada dos o tres compases, a menudo también irregulares.

En uno de sus pasajes más famosos, Stravinsky repite treinta y dos veces un acorde muy disonante en corcheas, con acentos fuertes (reforzados por ocho cornos) que caen en los tiempos más inesperados de un compás de 2/4)

La consagración de la Primavera de Stravinsky tuvo el efecto buscado: su estreno con el Ballet Ruso en Paris, en 1913, causó protestas en la audiencia horrorizada por los sonidos ruidosos y disonantes y los ritmos agitados y violentos, acompañados de una coreografía inspirada en rituales “paganos” que incluían la violación y el sacrificio de una virgen. Cuando pasó el escándalo, sin embargo, La consagración de la primavera se convirtió en una de las obras más importantes del modernismo.