Introducción
Historia de la orquesta / Unidad 2: El Romanticismo / Géneros y formas
Cromatismo
La música romántica se caracteriza por tener un lenguaje armónico muy elaborado que comenzó a desarrollarse desde finales del sigo 18. Como vimos, uno de los objetivos del romanticismo era explorar la interioridad humana y la complejidad de las emociones como el amor, el terror o el sentimiento religioso. Por lo tanto, los compositores aprendieron a usar la para transformar el carácter de la .
A medida que la teoría de la música se convirtió en una disciplina académica, los músicos comenzaron a formular nuevas reglas y a experimentar con nuevos acordes y nuevas armonías. Así, se desarrolló el , que consiste en expandir las posibilidades armónicas de la escala diatónica usando todas las notas de la escala cromática.
El cromatismo se puede emplear para darle “color” a los acordes y también se puede usar para lograr modulaciones a tonalidades remotas, como en las obras de y las de
En sus composiciones, como el Preludio a Tristan e Isolda, Wagner llevó el juego de tensión y relajación de la música tonal hasta sus últimas consecuencias. Wagner empleó secuencias de acordes disonantes (en este caso acordes de séptima disminuida) que se transforman en otros acordes disonantes sin alcanzar nunca un punto de relajación, una tónica, o una modulación clara hacia una tonalidad diferente. El ejemplo más famoso de esta forma de controlar la tensión armónica es el acorde «Tristán,» (2a).
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De hecho, en todo el preludio no hay una sola final: los acordes disonantes producen el sentimiento típicamente romántico del anhelo y el deseo imposible y que, al final de la obra alcanza su clímax en la muerte de los amantes. Durante el siglo 20 esta “disolución” de la tonalidad llevaría a los compositores modernistas como e Igor Stravinski a experimentar con la atonalidad y la politonalidad.