Introducción
Teclado
El único instrumento de teclado que hace parte de la orquesta sinfónica “de planta” es el piano. Antes de que se inventara el piano, el instrumento de teclado más común era el clavecín o clave; en este instrumento, cada tecla activa una púa o plectro de madera que pulsa la cuerda correspondiente. Este mecanismo, sin embargo, no permite mucha variedad tímbrica o de dinámica y su sonido es brillante pero débil. Algunos claves tienen dos o tres teclados con volumen diferente para ampliar sus posibilidades expresivas.
El clave fue muy importante entre los siglos 16 y 18, pero cayó en desuso con la invención del fortepiano y el piano moderno, que sí podían controlar la dinámica y el ataque de las notas y así lograr más expresividad. Un pariente cercano y contemporáneo del clave es el clavicordio, en donde el teclado golpea las cuerdas por medio de un mecanismo de palanca simple. Fue un instrumento muy popular en los hogares durante los siglos 17 y 18, pero su sonoridad es muy débil para ser usado en salas de concierto.
El órgano es un instrumento de teclado que produce su sonido al hacer pasar aire por un sistema de tubos de varias longitudes. Los tubos están agrupados en varios registros cuyo timbre depende de la forma, el material, y el tamaño de los tubos que se seleccionan por medio de palancas o botones. El órgano cuenta con uno o dos teclados manuales y uno de pedales.
Su importancia en el repertorio sinfónico se debe a que la iglesia Católica comenzó a emplearlo en sus ceremonias religiosas desde el siglo 7. El primer órgano de Bogotá se instaló en la catedral a finales del siglo 16; éste fue reemplazado a finales del siglo 17 por uno hecho por Pedro Rico en Bogotá, quien construyó varios órganos para la colonia, y nuevamente a finales del siglo 19 por uno traído de Barcelona. El órgano no hace parte de la orquesta, pero todas las salas de conciertos grandes suelen contar con un órgano para poder tocar el repertorio de la música religiosa.