Introducción
Richard Wagner, Preludio a Tristán e Isolda
La muerte por amor es el tema central de Tristán e Isolde (1859). A lo largo de este maravilloso documento romántico se desenvuelve un amor que sólo es posible con la muerte. La no resolución de los conflictos amorosos es el tema central del preludio. Un pasaje de orquestación exquisita y exuberante en el cual ninguno de los sentimientos parece llegar a su fin. Desde un inicio Wagner juega con los o “motivos guía” más importantes: el Deseo, la Mirada, el Brebaje de Amor y la Transfiguración
Se trata de una ópera donde Wagner consigna sus más profundas convicciones musicales. Desaparecen las escenas tradicionales de la ópera italiana organizadas por “números” (la o forma convencional). Por primera vez el público escuchó una ópera donde la orquesta jugaba uno de los papeles predominantes con “comentarios” pertinentes acerca de cada estado de ánimo insinuado en el libreto y acerca de la naturaleza misma.
El preludio es un ejemplo del estilo musical sensual y elocuente que caracteriza la música de Wagner. Al final de la ópera, Isolde muere tras entonar su gran aria sobre el tema de la “muerte por amor”, el trasfondo de toda la obra. El comentario musical final es el de una cadencia de perfecta resolución armónica, que resume todo el impacto anímico de la ópera. (Texto de Ellie Anne Duque).
Análisis
En la versión para orquesta sinfónica que estudiaremos aquí, escuchamos el Preludio de la ópera y su conclusión, un pasaje estremecedor llamado la “Transfiguración de Isolda”, en donde toda la tensión armónica que se ha acumulado a lo largo de la composición se resuelve finalmente en un clímax armónico, el momento en el que Tristan e Isolda finalmente se unen a través de la muerte.
Las personas que han estudiado esta obra han identificado más de 60 leitmotifs, pero nosotros nos enfocaremos en los principales, que suelen conocerse como el Sufrimiento, el Deseo, la Mirada, el Brebaje de Amor y la Transfiguración. Los motivos reciben su nombre por la acción o los conceptos que acompañan durante la ópera y así se cargan de significado; veremos que en algunos casos su nombre se relaciona con su comportamiento musical.
En el preludio, como en las ópera romántica, escuchamos una versión instrumental y comprimida de todo el drama que sigue a través de estos motivos. Para analizar el Preludio (A) y la Transfiguración (B), podemos dividir cada parte en secciones según el leitmotif que predomina en cada sección, que se organiza al aplicar la técnica de variación temática a cada una de las melodías.
Preludio (A)
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El motivo con el que comienza el Preludio es quizás uno de los fragmentos más comentados en la historia de la música, una melodía en los chelos que a lo largo de la ópera se asocia con el Sufrimiento (1).
El acorde con el que responden las maderas, conocido como el acorde «Tristán” (2a) es más famoso todavía. Se trata de un acorde de séptima disminuida, que usualmente resuelve a la en una . Sin embargo, el acorde que sigue es otra versión del mismo acorde, que continúa la tensión en lugar de resolverla. El oboe extiende este movimiento con una melodía cromática ascendente, el leitmotif del Deseo (2). Luego hay silencio, y una vez más la secuencia Sufrimiento-acorde Tristán–Deseo se repite, cada vez más alto, y cada vez en una tonalidad diferente aunque, puesto que no hay cadencias, nunca queda claro de cuál tonalidad se trata. Incluso el tempo es difícil de entender por la duración de las notas y las constantes interrupciones.
Estos tres compases resumen el drama romántico de toda la ópera: el sufrimiento y el deseo se combinan sin resolución. Wagner nos hace sentir esa tensión a través de su manejo del cromatismo, pues el acorde Tristán transforma la tensión armónica sin la como estamos acostumbrados según el sistema tonal: la expectativa de resolución del acorde dominante (el deseo) se combina con la frustración (el sufrimiento), sin que haya satisfacción posible. Algunos críticos también sugieren que el primer leitmotif, Sufrimiento”, es también el leitmotif de Tristán, mientras que el tercero, Deseo, es Isolda; las dos melodías se yuxtaponen, pero el acorde Tristán no permite que se encuentren realmente.
El siguiente leitmotif es el de la Mirada (4), que aparece después de varias repeticiones de Deseo, tras un tutti dramático que por fin permite que comience el desarrollo musical del preludio.
El motivo de la Mirada se extiende durante varios compases (5), para transformarse en un leitmotif nuevo, el del Brebaje de amor (6) que Isolda hace beber a Tristán para enamorarlo.
La interacción de estos motivos, que prolongan más y más la tensión armónica, genera variaciones del Brebaje del amor, combinado con otro motivo más, el de la Muerte (9). La tensión musical crece lentamente pero con intensidad, así como la dinámica y la densidad de la orquesta.
Un nuevo motivo, la Liberación a través de la muerte (10), acelera el movimiento con su ritmo de semicorcheas hasta alcanzar un clímax dramático en el que esperamos, por fin, que toda la tensión acumulada se libere con un acorde de tónica. Pero no es así: el acorde que llega es, nuevamente, un acorde de séptima disminuida, ¡el acorde Tristán otra vez, que nos deja a la expectativa!
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Transfiguración (B)
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En este momento, en la ópera, se abre el telón. Pero esta versión, como si nos saltáramos hasta el final de la ópera, escuchamos un leitmotif nuevo en los clarinetes y luego en los cornos que suena mucho más triunfal que todos los anteriores, pero que nos recuerda el motivo del Sufrimiento. Es el motivo de la Transfiguración (30). La sección que sigue es uno de los fragmentos más conmovedores de todo el repertorio sinfónico, y Wagner hace uso de todas las posibilidades del cromaticismo para lograr una expresividad nunca antes escuchada.
La melodía del motivo de la Transfiguración comienza con un salto ascendente, una sección cromática de cuatro notas descendentes y luego un ascenso más. El motivo se fragmenta en las cuatro notas centrales (Mi-La b-La b-Sol) y se combina con un gruppetto (31). La armonía cambia constantemente mientras los dos motivos se combinan, se interrumpen, y se repiten.
Cada vez que se repiten los motivos lo hacen con más intensidad, buscando ascender con esfuerzo sólo para descender un poco, y volver a ascender, hasta alcanzar, finalmente, un clímax que, por fin, después de un superar todas las dificultades, llega a un acorde de tónica en Si mayor. En este momento, Isolde muere. Sus últimas palabras son:
En el fluctuante torrente,
en la resonancia armoniosa,
en el infinito hálito
del alma universal,
en el gran Todo…
perderse, sumergirse…
sin conciencia…
¡supremo deleite!
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