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Historia de la orquesta / Unidad 4: Desde 1967 / Contexto histórico y social

El feminismo y las compositoras colombianas: las mujeres en la música IV

Una de las revoluciones culturales más importantes entre las que ocurrieron durante la década de los años sesenta fue la serie de movimientos sociales y filosóficos que hoy conocemos como el feminismo. A medida que las mujeres ocupaban nuevos espacios sociales, también continuaban encontrando prejuicios y barreras para alcanzar la igualdad en términos sociales y laborales con los hombres. Gracias a una combinación de cambios políticos, tecnológicos y culturales, se ha hecho posible que hoy hombres y mujeres compartan los mismos espacios y ocupen los mismos cargos, a pesar de que los prejuicios y la violencia hacia las mujeres todavía existen en casi todo el país y el mundo. Siguiendo el ejemplo de otros países en donde las mujeres habían logrado ganar el voto, Colombia extendió este derecho a todas las mujeres mayores de 21 años en 1957.

Con el desarrollo de los métodos anticonceptivos que permitieron a las mujeres exigir el derecho para decidir cuándo y cómo se convertirían en madres, las mujeres comenzaron a buscar más control sobre otros aspectos de sus vidas, incluyendo el derecho a competir en términos iguales en el espacio laboral. La idea de que el lugar de la mujer en la sociedad era únicamente el de madre comenzó a cuestionarse radicalmente, primero en los Estados Unidos y más adelante en el resto del mundo. En Colombia, la píldora anticonceptiva comenzó a venderse ilegalmente en 1960 y pronto comenzó a legalizarse su uso como método de control demográfico.

Con estas transformaciones también se comenzaron a cuestionar las ideas que existían acerca de la sexualidad, incluyendo el estigma social que se tenía sobre la homosexualidad. En Estados Unidos hubo protestas que lograron cambiar la legislación, y poco a poco, la imagen que se tenía sobre las orientaciones sexuales diferentes a la heterosexualidad. Muchos movimientos sociales han dado largas batallas para que hoy la comunidad LGBTI cuente con reconocimiento político y protección legal contra la discriminación.

Gran parte de estos cambios se dieron a través de los movimientos culturales de una nueva generación de jóvenes que se oponían a las guerras, a la explotación capitalista y al imperialismo estadounidense, los cuales contribuían a preservar la cultura patriarcal en donde los hombres decidían sobre el lugar y las funciones de las mujeres en la sociedad.

En Colombia, estas transformaciones tomaron más tiempo en extenderse y adaptarse al sistema legal, pero ya desde los sesenta las mujeres comenzaron a ocupar posiciones importantes en la política y en la cultura. En el caso de la música, se comenzó por fin a reconocer a las mujeres como compositoras, una labor que, ya lo hemos visto, venían realizando desde el siglo 19. Para los años sesenta, el sueño de desempeñarse como músico profesional se había convertido en una posibilidad incluso para las mujeres, que hasta entonces habían estado limitadas a la docencia y la interpretación del piano en casos excepcionales.

Dos compositoras colombianas:

La primera compositora colombiana en ser reconocida como tal es Jacqueline Nova, quien, luego de estudiar piano en el Conservatorio Nacional, recibió su grado de compositora de la misma institución en 1967. Tras su graduación, Nova recibió una beca del Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLEAM) en Buenos Aires, donde se convirtió en la primera colombiana en dedicarse a la música electroacústica. Tras su regreso al país en 1969, Nova dirigió un programa de radio para la Radiodifusora Nacional de Colombia dedicado a la música contemporánea, realizó los primeros conciertos de música electroacústica en el país, y creó la primera agrupación musical dedicada exclusivamente a la música contemporánea o “nueva música.” También escribió música incidental para teatro y para una instalación de la escultora Feliza Bursztyn, con la que realizó varias colaboraciones. En 1966, su obra “Doce móviles para conjunto de cámara” ganó el Premio Obra para Orquesta de Cámara del III Festival de Música de Caracas y fue publicada por la OEA en 1967. En esta composición, una suerte de homenaje al compositor Alban Berg, Nova emplea el serialismo integral desarrollado por los compositores europeos de posguerra como Karlheinz Stockhausen y Pierre Boulez, en donde cada uno de los parámetros principales de la música—altura, ritmo, dinámica y timbre—se organizan a través de procedimientos matemáticos. El trabajo de Nova contribuyó a expandir las posibilidades creativas para las mujeres que se dedicaban a la composición, y muchas, como Alba Triana, Catalina Peralta, Alba Lucía Potes, Ana Ana María Romano, Claudia Calderón o Alexandra Cárdenas, se han dedicado a explorar las técnicas de la música electroacústica y la música contemporánea que tiende a enfocarse hacia la música de cámara.

La compositora Amparo Ángel, egresada del Conservatorio Nacional en 1973, se ha dedicado a la tradición canónica y al estilo neoclásico así como la educación y la literatura. Su obra Preludio y Fuga para Orquesta de 1988 es un homenaje a su esposo, el compositor Luis Antonio Escobar, se basa en una combinación de formas del barroco que complementa una pieza de carácter libre, el preludio, con la fuga, una estructura imitativa donde todos los elementos están controlados.

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