Durante la primera mitad del siglo 20 se estableció la práctica de incluir partituras musicales en las publicaciones periódicas que había comenzado durante el siglo 19. El Conservatorio Nacional lanzó la Revista del Conservatorio en 1910, pero ésta no se extendió más de un año. Algunos semanarios culturales, como Colombia Artística, solían incluir partituras con sus publicaciones. A través de estas publicaciones se difundía la música de compositores nacionales, el repertorio de la música doméstica como valses y mazurcas, los géneros de norteamericanos de moda como el fox-trot y el ragtime y especialmente pasillos y bambucos, los dos géneros de música tradicional andina que habían logrado ser aceptados en los salones de las clases medias y altas de la capital. 

La publicación más influyente durante este periodo fue el diario gráfico vespertino Mundo al Dia, que se publicaba de lunes a viernes, con una edición especial los sábados. La edición del sábado incluía acuarelas, tiras cómicas, escritos literarios, reseñas de espectáculos y la programación radial de la capital y, entre 1927 y 1938, una partitura musical impresa al reverso de la carátula.

Las partituras orientadas hacia los públicos aficionados e interpretes de música doméstica y música popular, eran en su mayoría piezas para piano solo o voz y piano, pero también se publicaban obras para duetos instrumentales e incluso reducciones de música para orquesta al formato de piano.

Las publicaciones buscaban reflejar la actualidad cultural de la música clásica incluyendo obras de compositores de renombre como José Rozo Contreras, Julio Quevedo Arvelo y Luis A. Calvo pero especialmente de la música popular, así como de mujeres compositoras, quienes solían firmar sus obras con inicial y apellidos debido a los prejuicios sobre el lugar de las mujeres en los espacios públicos.

Este diario jugó un papel fundamental en el debate entre la música académica y la música popular que se desenvolvió entre 1920 y 1940. De hecho, Emilio Murillo, el defensor de la música popular en este debate, participaba en la selección de las publicaciones y contribuyó con partituras (más que los otros compositores) y ensayos críticos en los que respondía al compositor Guillermo Uribe Holguín , defensor de la música académica.