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Historia de la orquesta / Unidad 3: El siglo 20 / Contexto histórico y social

El modernismo

La palabra modernismo expresa una cierta conciencia y una postura particular frente a las transformaciones radicales que se dieron en las artes y la vida diaria en todo el mundo hacia finales del siglo 19. En pocas palabras, ser moderno significa pertenecer al presente; ser modernista significa afirmar—en las artes y en la política—los efectos de la modernidad, como la idea del progreso, es decir, que el presente es superior al pasado en todos los aspectos. El proceso de industrialización del siglo 19 había estado acompañado de un sentimiento de confianza en el progreso de la humanidad que transformó el mundo, a pesar de que los cambios que produjo no beneficiaron a todos por igual. 

Esta fé en el progreso comenzó a romperse a comienzos del siglo 20 debido al aumento del poder destructivo de la tecnología experimentado en las guerras de finales del siglo 19 y especialmente con las  guerras mundiales. 

Al mismo tiempo, la ciencia había cambiado la idea que se había tenido del hombre desde los campos de la física, la biología, y la psicología, representados por Albert Einstein, Charles Darwin, y Sigmund Freud.

  • Einstein: Aunque los efectos de la teoría de la relatividad de Albert Einstein se concretaron con la bomba atómica, la idea de que la verdad depende del punto desde donde se observa puso en crisis muchos de los fundamentos de la ciencia hasta entonces y con ellos la sensación de certeza de las personas.
  • Darwin: Al mismo tiempo se hacían serios cuestionamientos a la religión, pues la teoría de la evolución de Charles Darwin sostenía que, contrario a lo que enseñaba la Biblia, los humanos no eran una creación a imagen y semejanza de Dios sino que descendían de los animales, de manera que la certeza sobre el lugar privilegiado de los hombres en el planeta también entró en crisis.
  • Freud: Finalmente, la idea misma de certeza se puso en duda con las teorías de Sigmund Freud, quien sugería que los sentimientos y los deseos de las personas estaban motivados por pulsiones inconscientes. En lugar de un “yo” unificado, Freud postulaba un sujeto fragmentado, dominado por fuerzas que no se podían comprender ni controlar.

Si las leyes de la física, la religión, y la certeza sobre nuestra propia identidad estaban en cuestión, también era lógico cuestionar las reglas y los presupuestos que habían regido el arte hasta entonces. Por ejemplo, la pintura no tenía que limitarse a representar objetos o escenas del mundo real y la literatura no tenía que seguir las reglas del lenguaje ordinario. En los dos campos era posible explorar los materiales por si mismos, trabajando con combinaciones “abstractas” de formas y colores o entendiendo el lenguaje como una manifestación del inconsciente freudiano a través de técnicas como el flujo de consciencia y la asociación aleatoria de palabras e ideas.

En la música, se cuestionó el papel predominante del sistema tonal y el rol de la como principio de organización. Para muchos, el estilo post-romántico estaba demasiado asociado a la cultura burguesa europea del siglo 19 que para comienzos del siglo 20 se había vuelto complaciente y anticuada. Los compositores comenzaron a explorar nuevas formas de comprender la melodía y el ritmo, llevando los desarrollos estilísticos y técnicos de los post-románticos hasta sus últimas consecuencias, mientras que otros rompieron con las reglas tradicionales de la armonía que privilegiaban la consonancia y comenzaron a explorar nuevas posibilidades armónicas.

El resultado de estos experimentos son pinturas, libros y obras musicales que incluso hoy son difíciles de entender para cualquiera, pues sus creadores estaban llevando todos los recursos artísticos hasta el límite y estaban respondiendo a lo que percibían como una transformación total de la realidad; muchas de estas obras no han perdido su poder revolucionario.

Los movimientos modernistas del periodo entre 1890 y 1914 estuvieron centrados en Paris y en Viena, las capitales artísticas y culturales de Europa durante ese momento, pero en todas las capitales del mundo, incluidas las de América Latina, se dieron movimientos modernistas y que formaron parte del desarrollo del modernismo global. En los cafés de las grandes capitales se reunían intelectuales, científicos, artistas, poetas y músicos para discutir las nuevas ideas del periodo y el lugar de las artes en un mundo en transformación.

De estas conversaciones surgieron varios grupos o movimientos artísticos que compartían ideales comunes que se podían explorar en los diferentes medios, como el impresionismo y el simbolismo, el expresionismo, y el primitivismo. En América Latina, el modernismo adquirió varias formas, desde el Latinoamericanismo y el indigenismo hasta el folclorismo y el nacionalismo, que buscaban—cada uno a su manera—reconciliar las identidades populares y raciales con la influencia de Europa y de Estados Unidos en las expresiones culturales locales.

Sin embargo, el modernismo no fue un movimiento generalizado. La mayoría de audiencias de comienzos del siglo 20 continuaron idolatrando a los compositores como , Giuseppe Verdi y . Aunque algunos modernistas tuvieron gran acogida, la mayoría tenía una audiencia limitada y en algunos casos hostil. El estreno de La consagración de la primavera de  terminó con una protesta por parte del público por considerarla obscena y de poco valor musical, mientras que las reformas académicas que  realizó en el Conservatorio Nacional fueron recibidas con sospecha e incluso hostilidad por parte de sus contemporáneos.

No todo el mundo estaba preparado para enfrentar los cambios radicales que venían con la modernidad, y muchos encontraron un refugio en la música del romanticismo. Luis A. Calvo, quien pasó la mayoría de su vida en un hospital para leprosos y que no pudo ingresar a la Academia Nacional de Música por no poseer las recomendaciones necesarias, desarrolló un lenguaje romántico en sus obras para piano que incluyen bambucos, valses, pasillos, y una serie de cuatro Intermezzos al estilo de Frederik Chopin. El Intermezzo no. 2 “Lejano Azul” es una de sus obras más celebradas. 

Muchos de los compositores en Estados Unidos y en Colombia adoptaron una posición más tímida ante el modernismo. Uribe Holguín adoptó algunos elementos del impresionismo, especialmente las técnicas de orquestación y Aaron Copland se interesó por las melodías populares de Estados Unidos y algunos elementos de la música de Stravinsky, pero usándolos de manera controlada.

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