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Historia de la orquesta / Unidad 2: El Romanticismo / Contexto histórico y social

La raza, las clases y el mestizaje

La música ha sido parte de la construcción de las ideas de raza y clase tanto en Europa como en América, especialmente luego de que las revoluciones del siglo 19 transformaran la organización social y presionaran a diversos grupos—las clases altas que se aferraban a sus raíces españolas—para afirmar su poder en términos culturales y políticos. 

En Colombia, el crecimiento económico y la apertura del comercio internacional a mediados del siglo 19 hicieron posible que una gran población de clase media y alta comenzara a imitar los gustos y valores de la sociedad europea. A pesar de que para el siglo 19 la composición racial de la mayoría de habitantes se consideraba mestiza—y que Colombia abolió la esclavitud en 1851—la gran mayoría de ciudadanos en las ciudades decidió identificarse con la raza blanca e ignorar y reprimir muchos de los elementos provenientes de las razas negra e indígena. Así, las clases altas preferían bailes como el minué y el vals, que consideraban los símbolos de la civilización europea, y denigraban otros como el fandango y el bambuco que veían como indecentes y populares porque los consideraban de origen africano. 

Muchos espacios de la “alta sociedad” eran exclusivamente blancos; en algunas zonas como Popayán, Antioquia, y Bogotá, las clases altas se esforzaban por preservar su raza de mezclas con indígenas o negros y así mantener el poder cultural y económico que los había beneficiado durante la colonia. Sin embargo, a partir de 1851 ya era posible encontrar negros y mulatos en cargos públicos como generales, congresistas, gobernadores y ministros. 

Simultáneamente, los intelectuales blancos, influenciados por nuevas teorías sobre las propiedades particulares de cada raza, argumentaban que la “raza colombiana” era el resultado de un mestizaje casi completo en donde las diferencias de raza quedaban eliminadas. Estas dos ideas contradictorias están en la base de la idea de nación que se forjó durante el siglo 19, y la música fue un elemento privilegiado para este fin. 

Así, el nacionalismo en Colombia definió las músicas tradicionales como una mezcla de elementos que pertenecían a las diferentes culturas: la percusión y los ritmos a las poblaciones negras, los instrumentos de viento como gaitas, chirimías y flautas de millo a los indígenas, y la armonía y el desarrollo formal a los blancos. Hacia finales del siglo 19, el bambuco experimentó un proceso de asimilación y “blanqueamiento” que le permitió convertirse en el género colombiano por excelencia porque exhibía elementos pertenecientes a la raza blanca, negra e indígena. 

En este esquema, las diferencias raciales son marcadas y existe una falta de balance clara: los elementos indígenas y negros le dan un carácter de autenticidad y valor local a la música, mientras que son los compositores blancos (y casi siempre hombres) quienes son los responsables de integrarlos en obras que se consideran “artísticas”, a diferencia de aquellas producidas por los mismos negros e indígenas que continúan siendo percibidos como menos desarrollados.

La diferencia entre música artística y música popular no estaba claramente definida durante el siglo 19. Esta diferencia apareció sólo en siglo 20, cuando algunos compositores e intelectuales como y Emilio Murillo comenzaron a discutir sobre los valores y características de la música académica y la música tradicional.

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