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Historia de la orquesta / Unidad 3: El siglo 20 / La orquesta en el siglo 20

Chávez, Revueltas y el Latinoamericanismo

Mientras que los compositores europeos se enfocaron en llevar hasta el límite—o romper—el lenguaje tonal del Romanticismo que consideraban agotado, y desarrollaron nuevas técnicas para transformar el sonido de la orquesta, los compositores latinoamericanos vieron la oportunidad de enriquecer la orquesta con instrumentos tradicionales pertenecientes a culturas indígenas, afrodescendientes, y campesinas de sus respectivos países.

Para los compositores latinoamericanistas, el ofrecía no solo efectos nuevos y sorprendentes, sino la posibilidad de integrar las tradiciones populares al repertorio “universal” como parte de una revolución cultural. Para César Chávez, era evidente que la música indígena seguía siendo una realidad viva y presente en México y consideraba que el trabajo de los compositores debía ser el de producir un encuentro entre las dos tradiciones.

Chávez creó una orquesta “mexicana” para interpretar obras indigenistas como sus ciclos de ballets y la Sinfonía India de 1936, que incluía instrumentos prehispánicos del territorio mexicano como el teponaxtle (un tambor azteca con aberturas en forma de H que forman dos lengüetas afinadas a intervalo de tercera o cuarta), el huehuétl (tambor ceremonial maya de madera y parche de cuero), y otros como el tambor indio, el güiro, el palo de agua. Estos instrumentos fueron recolectados por miembros de la Academia de Música Mexicana del Conservatorio, también fundado por Chávez para estudiar la música prehispánica. En esta sinfonía, casi todos los instrumentos tienen una función casi percusiva puesto que el ritmo es el protagonista.

La otra innovación importante de Chávez fue la creación de la Orquesta Sinfónica de México en 1928, desde la que promovió un proyecto revolucionario asociado a los ideales del nacionalismo y el latinoamericanismo para promover la reconstrucción del país. Esta orquesta, que operaba con recursos públicos y privados, se enfocó en la difusión del repertorio contemporáneo y especialmente en impulsar la creación nacional, dirigido a un público proveniente de todos los estratos sociales y abierto a todas las tendencias de la música contemporánea. Además de presentarse dos veces a la semana en la capital, la orquesta daba giras por todo el país y sus conciertos se transmitían a través de la radio. Este modelo de una orquesta con una conciencia social clara influenció, más adelante, la creación de la Orquesta Filarmónica de Bogotá.

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