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Historia de la orquesta / Unidad 2: El Romanticismo / Géneros y formas

Miniaturas

El salón doméstico fue uno de los espacios más representativos para la música del siglo 19. Estos lugares eran el centro de actividad musical de las familias en todos los grupos sociales, quienes se reunían alrededor de instrumentos musicales como el piano, el violín, la flauta y la voz. En estos espacios se desarrollaron géneros como el Lied, las danzas de salón, y un tipo de composiciones instrumentales, especialmente piezas para piano, que podemos llamar  o miniaturas.

Las miniaturas son piezas de corta duración—unos cuantos minutos o incluso menos—de estructura sencilla y, en la mayoría de los casos, de poca dificultad técnica. Su propósito era comunicar una imagen o un sentimiento particular de forma directa e inmediata, generando una relación íntima entre el compositor o intérprete y la audiencia.

Con respecto a los títulos había varias posibilidades:

  • Títulos genéricos, como los Impromptus de  o los Caprichos de Johannes Brahms; 
  • Nombres de danzas, como las Mazurkas de Frédéric Chopin;
  • Nombres programáticos con títulos sugestivos, como en el caso de L’aube—Las tres de la mañana, de la compositora  o las piezas del Carnaval de Schumann, en la que cada pieza representa un personaje enmascarado. 
  • Danzas con nombres programáticos, como las Brisas del Funza del compositor Jorge Pombo, que no se diferencian en gran medida de los valses europeos pero cuyo nombre sugiere a los oyentes un contenido programático.

A menudo las miniaturas se agrupaban en ciclos o colecciones de piezas sobre un mismo tema, como en el Carnaval de Schumann o los Momentos Musicales de , pero también podían sobresalir como piezas independientes.

La idea de la miniatura era de especial interés para los compositores del romanticismo alemán como Schumann y Schubert, para quienes el “fragmento” era una manera de expresar el infinito y lo “absoluto”, pues el fragmento siempre es una parte pequeña que alude a algo infinitamente más grande que no se puede representar como tal.

Pero la miniatura también alcanzó gran popularidad, especialmente en colecciones de piezas para piano dirigidas a las mujeres (y en muchos casos escritas por mujeres) que tocaban su instrumento con funciones pedagógicas, como entretenimiento personal o en las reuniones sociales. Este repertorio, de gran importancia para la enseñanza musical, consistía sobre todo en piezas de poca dificultad técnica pues existía el prejuicio de que las mujeres sólo se interesaban por la música como aficionadas y no como artistas o músicos profesionales.

En Colombia también se escribieron miniaturas dirigidas a este mismo público, piezas que capturaban “la esencia” de danzas como la contradanza, el vals, y más adelante el pasillo y el bambuco. Muchas de estas piezas también tenían un carácter programático y buscaban representar el carácter de los habitantes de cada región y su topografía, como en el caso de los valses Hermosa Sabana de José María Ponce de León y Las Brisas del Funza de Pombo. 

Este nacionalismo musical fue de gran importancia para establecer ciertas diferencias de carácter racial y regional que aun tienen gran influencia en la cultura colombiana. Por medio de estas composiciones, se imponían los prejuicios que ciertos compositores o grupos sociales tenían de los habitantes de otras regiones; es decir, las piezas musicales que representaban el carácter de una determinada región servían para que las personas asumieran que todas las personas de dicha región tenían las mismas características y así se preservaban las diferencias sociales, especialmente en el caso de las clases altas bogotanas que tenían poco contacto con los habitantes del resto del país.

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