Contenidos


Guías de audición / Unidad 2

Hector Berlioz, Sinfonía Fantástica

La Sinfonía Fantástica op. 14 es quizás una de las obras de música programática más conocidas y una de las piezas más representativas de la sinfonía romántica y su compositor, Héctor Berlioz, uno de los personajes románticos más notorios. Como comenta la musicóloga Ellie Anne Duque, si Beethoven había sido el paradigma del potencial  del artista decimonónico libre, Berlioz llegó a ser la encarnación del ideal, con todos sus aspectos positivos y negativos.

En la Sinfonía Fantástica, Berlioz nos abre las puertas a su imaginación desbordada, llevando una historia autobiográfica de amor no correspondido a los límites de las reglas tradicionales tanto en términos sociales como musicales. En esta obra, Berlioz, el gran orquestador romántico, puso al servicio de una fantasía llevada por el opio todos los recursos tímbricos y una orquesta de ciento treinta instrumentos que incluía, además de las secciones tradicionales, un corno inglés, un clarinete en mi bemol, dos tubas, dos arpas y una sección de percusión con cuatro timbales, redoblante, bombo mayor, platillos y campanas.

Dias antes del estreno, el compositor hizo publicar en los diarios parisinos, las ideas e imágenes que inspiraron la obra y creó entre el público una gran expectativa. Esta búsqueda de sensacionalismo traduce elocuentemente el espíritu de la época y la personalidad extrovertida del compositor. 

Berlioz resume así la narración—el programa—que acompaña la sinfonía: “Un joven músico de extraordinaria sensibilidad e imaginación desbordante se ha intoxicado con opio en un momento de desesperación debido a un desengaño amoroso. Aunque la droga es muy débil para matarlo, le induce un pesado sueño acompañado por extrañas visiones. Sus sensaciones, emociones y recuerdos se transforman en imágenes e ideas musicales. La amada se convierte en una melodía, un tema recurrente (idée fixe) que lo persigue.”

Aquí está el tema recurrente que representa a la amada. Escúchalo varias veces para que memorices sus detalles, pues aparecerá a lo largo de toda la obra con variaciones o disfraces.

Imagen tomada de Kerman y Tomlinson, Listen, Bedford/St. Martin’s, 2012

Lo que le da a este tema las cualidades de la añoranza típicamente romántica es la manera en la que parece esforzarse para ascender. A partir del compás 5, cada frase sube un poco más que la anterior hasta que la melodía alcanza el clímax en el compás 15. Hacia el final, el compás 19 es como un escalofrío. 

Fíjate en la gran cantidad de indicaciones de dinámica como sforzando y crescendo, o de tempo como rubato y ritardando: casi cada una de las notas tiene una expresión específica para asegurarse de encontrar la emoción precisa en cada instante. 

Lo más interesante, como escucharemos pronto, es cómo se transforma la melodía cada vez que la amada regresa con un nuevo disfraz musical.

‘El autor imagina que un joven músico, afectado por una enfermedad del espíritu llamada por un famoso escritor “la vaguedad de las pasiones,” ve por primera vez a una mujer que reúne todos los encantos del ser ideal que su imaginación había soñado y se enamora perdidamente de ella. Por una extraña anomalía, la imagen amada no aparece nunca en la mente del artista sin estar asociada a una idea musical, en la cual él reconoce un cierto carácter apasionado, pero también noble y tímido como el que corresponde al ser amado. Esta imagen melódica y su modelo lo persiguen sin cesar, como una doble idea fija (idée fixe). Esta es la razón de la aparición constante en todos los movimientos de la sinfonía de la melodía que inicia el primer allegro. Las transiciones de este estado de melancolía soñadora, interrumpida por ocasionales estallidos de júbilo inexplicable, hacia delirantes pasiones, con sus estallidos de furia y celosía, sus retornos a la ternura, sus lágrimas, sus consuelos religiosos, etc. – todo eso forma el tema del primer movimiento.’

Primero escuchamos una introducción lenta en la que la música parece surgir imperceptiblemente del silencio. Luego, la “enfermedad del espíritu” del programa aparece como una melodía que avanza con dificultad. Después comienza una sección más rápida que contiene la idea fija y la música se vuelve más tormentosa, “con sus estallidos de furia y celosía.”

Este movimiento, de hecho, está basado en la forma sonata. La idea fija es el tema principal P, seguido de una transición T y un tema secundario S que es una derivación del tema principal. Sin embargo, la sinfonía rompe con los esquemas y las expectativas de la forma sonata clásica. Por ejemplo, hay un nuevo tema basado en una escala cromática en la recapitulación que sale como de la nada. Al final hay una coda muy larga (casi un tercio de la duración de todo el movimiento) que comienza con un redoble en los timbales, seguido por un tema nuevo para el oboe. Este tema introduce una vez más la idea fija (P), que regresa a mayor tempo y con mayor intensidad, hasta deshacerse en un climax. El tema secundario regresa una vez más, alcanza un clímax final, seguido de una sección de música más lenta, marcada «religiosamente», que representa “sus consuelos religiosos.”

«El artista se encuentra en las más diversas situaciones de la vida, en medio del tumulto de una fiesta, en la pacífica contemplación de las bellas vistas de la naturaleza; mas, por todas partes, ya sea en el pueblo o en el campo, la imagen amada sigue persiguiéndolo y turba su alma.» Como recordarás, las sinfonías clásicas solían incluir una danza ligera y agradable, usualmente un minué. En este caso, el episodio del tumulto de la fiesta que sueña el artista se ajusta perfectamente: la danza es un vals, el baile más popular del siglo 19. La idea fija aparece de repente (en el trio, la parte B de la forma A B A), bailando en la métrica ternaria.

 

“Una tarde, en el campo, el protagonista escucha a dos pastores en la distancia dialogando en un ; este dúo pastoral, el ambiente, el suave crujir de los árboles en el viento, algunas causas de esperanza que ha concebido recientemente, todo conspira para devolver a su corazón un desacostumbrado sentimiento de calma y para dar a sus pensamientos una coloración más feliz. Él reflexiona sobre su soledad, y espera que pronto ya no esté solo … ¡Pero qué pasaría si ella lo traicionara! … Esta mezcla de esperanza y miedo, estas ideas de felicidad, perturbadas por premoniciones oscuras, forman el tema del adagio. Al final uno de los pastores reanuda su ranz des vaches; el otro ya no responde. Sonido distante de trueno … soledad … silencio.»

El tercer movimiento es una escena pastoral, un motivo común en el periodo clásico, en especial la sinfonía no. 6 de Beethoven. Como en la sinfonía clásica, el tercer movimiento emplea la forma tema y variaciones. El movimiento comienza con una introducción que consiste en un dueto entre el corno inglés y el oboe, (quien toca detrás del escenario). Estos instrumentos representan a una pareja de pastores que interpretan el ranz des vaches. El tema principal está a cargo de los violines y el oboe, con acompañamiento de las cuerdas en pizzicato. A continuación escuchamos las variaciones sobre el tema, en las que se va sumando el resto de la orquesta. La idea fija interrumpe el ambiente pastoral del movimiento, que aparece en las maderas. El acompañamiento de las cuerdas suena como un recitativo que interrumpe la idea fija y perturba la mente del protagonista: “¿qué pasaría si ella lo traicionara?”. Tras un crescendo y un climax producido por estas interrupciones, regresamos a las variaciones sobre el tema inicial. La idea fija regresa una vez más, en una coda en la que se combina con el tema inicial, abandonando las dudas que lo aquejaron inicialmente. Finalmente, el ranz des vaches vuelve a sonar, pero únicamente en el corno inglés. Los timbales representan la tormenta que se acerca, y el movimiento termina con una cadencia en un tutti piano.

Convencido de que su amor es rechazado, el artista se envenena con opio. La dosis del narcótico, aunque es demasiado débil para causar su muerte, lo sumerge en un sueño pesado acompañado de las visiones más extrañas. Sueña que ha matado a su amada, que está condenado, que es llevado al cadalso y que está presenciando su propia ejecución. La procesión avanza al sonido de una marcha que a veces es sombría y salvaje, y a veces brillante y solemne, en la que un sonido sordo de pasos pesados sigue sin transición los estallidos más fuertes. Al final de la marcha, los primeros cuatro compases de la «idée fixe» reaparecen como una última idea de amor interrumpido por el golpe fatal.

Se ve a sí mismo en un aquelarre, en medio de una horrible reunión de sombras, hechiceros y monstruos de todo tipo que se han reunido para su funeral. Sonidos extraños, gemidos, estallidos de risa; gritos distantes que parecen ser respondidos por más gritos. La melodía de la amada aparece una vez más, pero ahora ha perdido su carácter noble y tímido; ahora no es más que una canción de baile vulgar, trivial y grotesca: es ella la que está llegando al día de reposo … Rugido de placer ante su llegada … Se une a la orgía diabólica … El toque de muertos, parodia burlesca del , la danza de las brujas. La danza de las brujas se combina con el Dies irae.

Word

"Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit"